viernes, 20 de julio de 2012

Gris

Hay días que quisiera ser quien fui.

Y no porque quien soy es insatisfacción.
Sino porque el que fue era aventura, espontaneidad, inestabilidad.
El hoy sosegado ahoga en momentos.
Sobre todo en un día de lluvia sin sol…

miércoles, 18 de julio de 2012

Por quién votar… o no votar; he ahí la pregunta.


Esta es una pegunta que en Puerto Rico surge cada 4 años en preparación a elegir aquellas personas que tendrán en su poder dirigir el rumbo de nuestro país y de afectar los eventos cotidianos y vivencia de sus habitantes. Es mi opinión que este debate se intensifica en aquellos colectivos o minorías sociales que reconocen o se perciben que están en desventaja frente a la mayoría o lo percibido como normativa social y jurídica del estado. Es en esta época donde escuchamos las promesas de campaña y las plataformas partidistas de aquellxs que, por las razones que sean, se denominan servidores públicos y candidatxs a las diferentes posiciones gubernamentales abiertas al sufragio ciudadano de las elecciones generales.
 

El pasado lunes 16 de julio y durante los habituales conversatorios del Festival del Tercer Amor en el Teatro Coribantes, en este caso un conversatorio sobre la política puertorriqueña, fueron invitados a dialogar con las personas allí presentes al Lic. Jay Fonseca, el Lic. Osvaldo Burgos y la candidata a alcaldesa de San Juan del PPD, la Sra. Carmen Yulín Cruz Soto. Cada uno de ellxs trajo en sus comentarios sus posturas ante los próximos comicios electorales, compartieron cómo visualizan el estado de derecho del colectivo hlbttqqi – LGBTT (o como el lector quiera denominarlo), y su percepción en términos de la fuerza electoral de lxs integrantxs del mismo. Lo más que se ha reseñado de la actividad fue el compromiso presentado y documentado de la candidata Carmen Yulín, el cual lógicamente se ha convertido en parte de su promoción y promesas para atraer el voto de un sector específico, que dicho sea, se extiende a todas las personas que genuinamente creen en la no exclusión de derechos. No tengo ningún reparo en decir que me parece que el documento en sí mismo y las propuestas plasmadas en él es un acuerdo y un acercamiento hacia las personas hlbttqqi en general reconociéndoles su existencia y derecho de equidad ante la sociedad puertorriqueña. De igual forma debo reconocer las iniciativas de otros partidos como el PIP, resaltando ampliamente el compromiso continúo de María del Lourdes, del PPT, PPR y del MUS, según recuerdo.  Que la Sra. Cruz Soto utilizara un evento altamente patrocinado por personas que se pudiesen identificar dentro de algunas de las siglas de este colectivo, y que pudiera trascender las creencias político partidistas de lxs allí presentes, para firmar su compromiso ante ellxs e invitandolxs a plasmar  su firma en el documento como un reconocimiento a ese acuerdo me pareció sumamente hábil y la aceptación de esta acción dependerá de las creencias, análisis o afiliaciones políticas de quien opine.
 

Y es en esa línea sobre el forjamiento de opiniones donde me parece que quedo rezagado parte de la discusión muy bien expresada por el resto de los panelistas. ¿Por quién  y basado en qué votan las personas hlbttqqi? Es más; ¿por quién  y basado en qué votamos aquellxs que tenemos el derecho a votar en Puerto Rico? El decir que aquí, en PR, este colectivo o cualquier colectivo social tiene el poder de definir y decidir unas elecciones, más allá del político partidista, me parece a mí una fabula a medio escribir. Contrario a otros países o estados que sí lo han demostrado, el habitante de esta isla nunca se ha aglutinado lo suficientemente firme para decidir la totalidad de unas elecciones. No me parece haberlo visto ni en los sindicatos, las mujeres, lxs ambientalistas, por mencionar algunos colectivos. Lo más cercano a creer en eso es el supuesto poder de los líderes mediáticos de grupos fundamentalistas, moralistas y perseguidorxs religiosos.  Y aún así dudo de su poder absoluto dentro de las cabinas de voto en relación a sus prosélitos. Si así fuera nunca tendríamos canditatxs simpatizantes a causas ajenas a sus creencias. Me pregunto, si podemos reconocer esta debilidad; ¿por qué no hacemos nada al respecto?
 

 Como parte de este punto y como un ejemplo de un asunto substancial que se perdió de la discusión del conversatorio, nos expresó el Lic. Burgos, que este fenómeno, el de votar en bloque, es un mito en nuestra isla porque somos unxs electorxs de formación tribal. Tomándome a mí por ejemplo, en mis primeras dos veces que ejercí el voto mis equis fueron un reflejo de la herencia político partidista de mi madre. Con el paso de los años fui ampliando mi opinión sobre las cosas que necesitaba el país para su evolución, no solo económica, sino también social y de derecho. Reconocí que mi creencia política no es una característica genética que se hereda, sino más bien debe ser una convicción forjada del análisis y del intelecto. He llegado a un nivel donde usualmente puedo discernir, más o menos y según mis criterios, de quienes son un asset para la política y beneficio del estado más allá de líneas partidistas y de ideología de estatus. Este efecto tribal lo veo evidenciado en las posturas y limitación de visión por gríngolas partidistas en aquellas personas que sufrimos del discrimen y la inequidad social y de derecho, pero que no tenemos apertura al dialogo, a reconocer aliados o examinar los intentos de reducción de brecha entre la ciudadanía fuera de esa líneas partidistas limitantes. La opción ideal sería que aún con la integridad de nuestras convicciones pudiéramos reconocer esxs candidatxs de otros sectores que con sus posturas y compromisos pudieran ser piezas claves de la evolución positiva del país.
 

Entonces, ¿por quién votar… o no votar? No pretendo poder contestar esta pregunta en estos cuantos párrafos, además de que la contestación a esta pregunta es tan amplia y personal como la diversidad misma de la que tanto hablamos. Pero opino que uno de los problemas fundamentales al tomar este tipo de decisiones personales o como colectivo es que cada individuo es la suma total de múltiples identidades, las cuales en su momento pudiera significar el escoger entre asuntos descentrados o paradójicos. Uno es cualquier combinación de sexo, género, orientación o expresión sexual, profesión, preparación académica, edad, estatus civil, raza, etnia, nivel económico, creencia partidista, creencia religiosa, o ninguna creencia partidista/ religiosa y otro sin numero de etiquetas que influye, es más, que tienen que influir en nuestras decisiones y percepciones. Entonces es aquí donde el analizar las prioridades y como combinar las mismas para que bajo una sola receta se pueda abarcar un espectro de beneficio más amplio es vital. Para mí, lxs electorxs de minorías discriminadas tenemos la responsabilidad de reducir o eliminar esa brecha respaldando aquellxs que se pronuncian a favor de la equidad. Claro está, sin dejar de evaluar sus posturas en otros asuntos de igual relevancia ya que seriamos irresponsables con el país. Yo estoy muy de acuerdo que esto no debe ser un single issue vote. Pero históricamente siempre se anteponen issues “más importantes” que los derechos civiles y humanos, no solo del colectivo hlbttqqi, sino de las minorías en general. Ya es tiempo que este issue esté al mismo nivel, con la misma atención y seriedad que se le da a esos otros issues “más importantes”. Ese debe ser parte del reclamo a lxs politicxs y los partidos. En mi libro mientras un(x) candidatx se acerque y haga acuerdo con múltiples sectores desventajados, más sube su raiting. El reto será el balance colectivo e individual en las propuestas al escoger a quien respaldar. Y, ¿cómo se logra ese balance? He ahí la segunda pregunta.