viernes, 31 de agosto de 2012

(>) Arquitectura erógena

Para: Intertextuales por invitación
Cuarto tema:
(Re) escribir el cuerpo

Autor: Peter M. Shepard-Rivas








 (>) Arquitectura erógena

            Escucha lo que te digo. El contacto de su aliento sobre ti al hacerme el amor me excita y me hace pensar en tiempos pasados en que te detesté. Hubo muchos momentos, que mirándome desnudo frente al espejo, tus proporciones me parecían grotescas, sintiéndome casi al borde de la desesperación. Contrario a la creencia general de que el tamaño importa, aborrecía tus dimensiones desmedidas. Daba gracias a mi anatomía masculina que, entre pelos y vellos, me permitía, si acaso, disimularte.


            En el momento sensual en que labios húmedos se cierran sobre el pedacito de piel que pende justo en la punta sur de tu estructura inusual siento un corrientazo a través de mis aéreas sensitivas y perdono a mis genes que te hicieron así. Disfruto el haber aprendido a deleitarme en el placer que me brindas. Un placer especial que no todos poseen. Celebro tus curvas que como ondas en el agua comienzan en un punto centrado. Cuando me brindan caricias que van recorriendo tu curvatura y me dejan sus huellas digitales sobre la piel que te cubre me hacen suspirar y me ayudan a arrinconar en la memoria las crueles burlas de mis compañeros de escuela que me hacían detestar tener que ducharme después de los deportes. Con el placer olvido las noches de mi tortuosa adolescencia en que desee poder cambiarte.


            Y ahora, cuando ya me había acostumbrado a tu apariencia; cuando tu naturaleza era ya inadvertida, y el reproche era algo del ayer; te empeñas en jugarme una mala pasada. Ahora que mi cabello blanquea y las arrugas derrotan la lozanía de la juventud, no solo parecieras querer ser más grande, sino que te empeñas en forrarte de hebras innecesarias e inútiles. Pero ya no te rechazo. Y no es solo por los placeres superficiales que como zona erógena me brindas. Tampoco por el equilibrio que me balancea. Es que nunca me perdonaría volver a maldecirte, a ti, pabellón que proteges instrumentos transformadores de señales acústicas. Porque eres el embudo de todos los sonidos y te juro de que no renegaría del placer de escuchar la belleza de las palabras.            

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miércoles, 22 de agosto de 2012

Miss Fragaria Canarosa

Para: Intertextuales por invitación
Tercer tema:
Evocando historias por medio de los sabores

Autor: Peter M. Shepard-Rivas


 

Miss Fragaria Canarosa

            Ella, diminuta y coqueta. Él, peligroso, le aventajaba en tamaño. Ella,  regordeta, vestidita de rojo y peinado alborotado, lo presentía entendiendo que estaba destinada a darle gustillo a su vida. Estaba desnuda, bañada del rocío del bosque esperando por él, que la observaba. Aunque sabía de otras que en lugares lejanos eran adornadas con olores y sabores ajenos al suyo, ella se presentaba natural, con aroma a tierra y brisa. Le habían mencionado que la considerarían como sofisticada y sensual, sin embargo se sabía rastrera y salvaje.
            Él, la sujeto entre sus dedos, arrebatándola del peculiar mundo que hasta ese momento había conocido. Sosteniéndola por  su campestre tocado la acercó a su boca. Su olfato recogió su aroma. Sus ojos brillaron de deseo, y salivó, anticipando el disfrute. Ella tembló al contacto de su boca. Al él sellar sus labios sobre su piel, ella recordó su paciente espera para cosechar la perfección. El deseo de ella de ofrecerle el perfecto placer de su humedad interna se convirtió sin entenderlo en su ocaso. Él apretó sus dientes, violando su cuerpo, y mancillándola sin retorno, le extrajo su esencia. Mientras que el rojo y dulce néctar se escapaba entre la comisura de sus labios, ella se convertía ya en pulpa, terminado así su corta vida.
            Él siguió su camino entre fango y maleza, bosque y riachuelos en búsqueda de la próxima.
 
 
 

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jueves, 16 de agosto de 2012

La compensación


Para: Intertextuales por invitación
Segundo tema:
Cosas encontradas en los bolsillos

Autor: Peter M. Shepard-Rivas

            Por favor, dame mi dinero dijo Erick tomándose el jugo de china.

            El desgraciado llevaba una hora dándole vuelta al asunto. Había echado a lavar su ropa y lo tenía sentado desnudo en el comedor hablando estupideces. Definitivamente estaba dándole largas al asunto. Total con el lujo en que vivía debían ser unos trapos de pesos lo que había acordado pagarle la noche anterior.

            ¿Quieres algo más de comer? le ofreció.
            Solo quiero lo que me debes. Me tengo que ir.
            Es que no tengo dinero conmigo confesó.

            Erick colocó el vaso en la mesa y lentamente se levantó. Sentía el coraje subiéndole por los pies. No con el pargo, sino con el mismo. La noche anterior, cuando el tipo se detuvo en la esquina de la plaza y lo llamó, su amigo le advirtió. El tipo tenía fama de no pagar después del sexo. Pero el Lexus que guiaba lo deslumbró. Tampoco el individuo se veía mal. Vivía en un condominio de lujo y ya en el apartamento lo hizo sentirse muy bien. Le dio un tour por las habitaciones explicándole los diversos artículos y colecciones de cosas adquiridas en otros países. Lo invitó a que se diera una ducha. Se quitó su ropa casi en harapos y se metió en la bañera que parecía una pequeña piscina. El agua cayendo sobre su cuerpo le limpió el sucio de días viviendo en la calle sin bañarse. El hombre se metió con él y le restregó suavemente todo su cuerpo con algo que él llamó una luffa. Y la espuma que formaba el gel con un rico olor lo había revitalizado. Luego de ambos asearse lo llevó al cuarto y continuaron con el foreplay. Se dejó llevar y él le ofreció más dinero para poseerlo. La cantidad era considerable y Erick, rompiendo su más importante regla, permitió ser penetrado. Entre el vaivén de los cuerpos en cópula y las caricias se abandonó al susurro de la voz del hombre que le hablaba de deseos y de  promesas. Lo disfrutó. Genuinamente se sintió deseado y lo disfrutó. Eyaculó, lo cual rara vez hacía con un cliente y sintió como sus ojos se cerraban por el cansancio. Mientras perdía su conciencia se preguntaba porque un chico tan guapo y que parecía tenerlo todo pagaba por sexo. Coqueteó con la idea de que el hombre realmente se sintiera atraído hacia él. Esa noche soñó con una oportunidad. Con una persona que le brindaba la posibilidad de salir de las calles, de irse muy lejos del mundo en que existía. Se vio en un avión, en primera clase. Visitando ciudades maravillosas. Un espíritu le susurraba sobre una nueva vida.

            El olor a tocineta y la luz del sol lo habían despertado. En la mañana la cosa había sido diferente. Rápidamente sintió un cambio en el ambiente. La calidez de la noche anterior fue reemplazada por un frío insufrible. Aunque intentaba ser cordial, el pargo se proyectaba alejado, prepotente, algo insolente. Ahora se negaba a pagar y esta negativa de cumplir con lo acordado tenía a Erick muy molesto.

            Vamos, dame lo que acordamos para irme.
            ¿Te parece que necesito pagar por sexo? Mejores machos que tú me suplican que los lleve a la cama de gratis. Pero disfruto trayéndome a putitos ingenuos como tú. le contestó con desdén.  Confórmate con haber tenido un techo y comida.

            El chico sintió una gran necesidad de marcharse. Miró alrededor a ver que podía robarse. Había muchas cosas valiosas fáciles de llevarse. Recordó las prendas de oro que el pargo dejó sobre la mesa de noche. Miró el cuchillo colocado sobre el plato del desayuno terminado. Sintió nauseas.  

            Dame la ropa que me voy dijo.
            Esta todavía mojada. Selecciona algo de esta ropa que la iba a donar le ofreció señalando una montaña de ropaje descartado que tenía tirado en el piso.

            Erick se sintió tan vulnerable como desnudo estaba su cuerpo. Decidió que su dignidad valía más que unos cuantos dólares y se vistió con unos pantalones algo grandes y una camisa que seleccionó del paquete de ropa y que al menos estaban en mejor estado que los trapos con los que había llegado. Cogió la bolsa con la ropa mojada que el pargo le entregaba y dándole una mirada de lastima se marchó.  Se dirigió hasta la parada de guagua más cercana y en el camino pidió unas pesetas para poder abordarla. El desespero se estaba apoderando de su cuerpo. Estaba a punto de necesitar una cura. La pierna derecha comenzó a moverse sin control. Sintió un bulto rozándole el muslo y chocando con su escroto. Incómodo, se metió la mano en el bolsillo del pantalón. Saco un paquete enrolladlo con un rubber band. Lo desenrolló. Erick abrió los ojos sorprendido, entonces comenzó a reír descontroladamente.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Fr(p)uto Verde

Para: Intertextuales por invitación
Primer tema: La Obsesión
Autor: Peter M. Shepard-Rivas


Fr(p)uto Verde



                Marta se despertó bañada en sudor. Llevaba semanas durmiendo intranquila desde que se fijó bien en el puesto de frutas y vegetales número 4 de la Plaza del Mercado. Meses pasando por allí de regreso del trabajo hasta que se percató de él. Recientemente se detenía a “mirar” los productos. El display de formas y colores la entretenían mientras que de reojo buscaba el objeto de su interés. Chequeaba las frutas mientras sentía que las palpitaciones de su corazón iban aumentando. No se cuan disimulada era su gesta pues le parecía que el placero había comenzado a mirarla con intriga. Cuando agarraba los plátanos tragaba fuerte. Buscaba los más firmes y grandes hasta encontrar el elegido y comprarlo. El placero le empacaba el plátano y sentía que la miraba lujuriosamente. Su sonrisa arrogante la ponía nerviosa.
            – ¡Grande! ¡Buen provecho! – decía al entregarle la bolsa.
            Marta se sonrojaba. Sabía que el pensamiento sucio detrás del sarcasmo era indignante. Debía comprar en otro puesto, pero ya había chequeado y no había visto en los otros plátanos tan firmes y grandes como en el número 4. Exacto para su dosis diaria. Por eso desistió de poner una querella en la administración. Además, no sabía si le creerían. La única evidencia que tenía era su percepción de acoso que la hacía sentirse incómoda.
            Terminando su café antes de salir a la oficina Marta decidió que no podía seguir permitiendo esa sensación desagradable. Mirando la cáscara del plátano tirada en el zafacón decidió que debía sobreponerse a esta obsesión diaria que había desarrollado. Decidió que no le estaba haciendo bien a su cuerpo.
            Marcos se limpiaba el semen pegado en los pelos de su barriga con el agua tibia de la ducha mañanera. Se enjabonaba imaginando a la chica de los plátanos jugando con sus bolas. Nunca le había pasado eso con una clienta. De hecho, con ninguna mujer. No sabía si era de la forma con que cogía los plátanos para chequearlos, o como su respiración se entrecortaba cuando encontraba el elegido del día. Llevaba semanas parando en su puesto y mirándolo de reojo. Estaba seguro que quería seducirlo. Claro que sus lindos labios aumentaban su deseo. Sentía un corrientazo cada vez que sus manos se rozaban. Lo dejaba tan excitado que luego que ella se marchaba se iba al baño a masturbarse. Ahora llevaba días soñando con imágenes de ella jugando con el plátano, sintiendo placer intenso de todas formas y lugares posibles. Tenía que hacerla suya. Decidido a que esa tarde le daría la oportunidad de probar el plátano que de verdad deseaba, se podó los pelos del pene y se puso su mejor calzoncillo.
            A las 4:30 pm ya Marcos tenía todo dispuesto. Había guardado los plátanos verdes en el almacén y dejado solo los maduros en el mostrador. Vio a la chica acercándose. Estaba transpirando y con una erección fuertísima. En par de minutos pondría su estrategia a funcionar.
            Marta caminaba nerviosa. Pensaba que debía pasar de largo y no parar en el puesto. Presentía que algo estaba por suceder. Pero la necesidad de conseguir el plátano era más fuerte. Miró los puestos anteriores y comprobó lo que ya sabía, tenía que llegar al número 4 a escoger el mejor. Cuando se paro frente al mostrador y vio solo plátanos maduros se decepcionó. Marcos notó su frustración y puso su plan en marcha. Le preguntó si estaba buscando plátanos verdes a lo cual ella asintió. Le indicó que verificaría si le quedaban en el almacén. La llamó desde allá atrás para que pasara a escoger el que le gustara. Le dijo que allí encontraría el más grande y firme. Marta dudo en pasar al almacén. Se sintió vulnerable y débil, pero la obsesión pudo más. Cuando apartó las cortinas de la trastienda, allí estaba recostado sobre unas cajas.
             ¿Así de grande y de duro es que te gusta? –  le pregunto Marcos, con sus pantalones y calzoncillos en el piso mientras que con una mano se agarraba su erecto falo y con la otra le hacía señales para que se acercara.
            – Sí, así de grande y duro. ¿Puedo tomarte unas fotos para verlas luego en casa? – le dijo coquetamente mientras sacaba su celular.
            Marcos accedió celebrando su buena suerte. Finalmente estaba seguro de su conquista. Marta le tomó varias fotos mientras él le posaba de varios ángulos. Satisfecha de tener pruebas suficientes guardo su celular en la cartera. Miró con disgusto los ramos de plátanos donde Marcos tenía posadas sus nalgas. Sintió al verlos en contacto con su culo y entre sus piernas que su obsesión con el fruto se desvanecía. Nunca volvería desear un en su vida.   
            – Explícame – le dijo. – Ya que me lo ofreces, después que te lo pique; ¿cómo carajo se supone que haga mofongo con eso?

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miércoles, 1 de agosto de 2012

Intertextuales por invitación


Una nueva serie de escritos.

Diez escritoras y escritores invitados,

proponen un tema cada semana.

Sabores. Obsesiones. La partícula de Dios.

Cada tema será una provocación

para leer y escribir.

*Alexis Pedraza * Amárilis Pagán *Angel Matos* Anu Ramos*

 *Giselle E. Mena * H. Roberto Llanos* Julio A. García*

*Karen Sevilla *Max Chárriez*Peter M. Shepard*



“Intertextuales por invitación”
es el nombre del tercer ciclo creativo en el blog Marlyn Cé. (http://marlynce.wordpress.com/2012/08/01/intertextuales-por-invitacion/)

Diez escritores y escritoras invitadas tendrán a su cargo los temas para cada semana. No se les impuso ninguna guía a los escritores al momento de escoger los temas, por tanto, no se espera conexión entre los mismos. Casi garantizado, los temas provocarán el interés de los lectores virtuales y el de los compañeros de escritura.

Los escritores presentarán sus textos creativos en el género de: poesía o cuento. En el caso de los narradores tienen un reto opcional/ adicional sobre la mesa: limitación de palabras. Cuentos cortos un máximo de 800 palabras, micro textos un máximo de 300 o 500 palabras. Opcional, como dije, para los más audaces.

El mayor reto y disfrute sería ver a cada escritor invitado participar en todos y cada uno de los temas, aunque no sea el propio. Dar la oportunidad a los lectores de disfrutar de la multiplicidad de voces y talento creativo de los invitados. Participación de manera ininterrumpida hasta terminar el ciclo. Eso, claro, no es parte del compromiso de los invitados pero me entusiasman las posibilidades y decirlo “en voz alta”, a ver si les provoco.

Estaré presentando un texto creativo de mi autoría, por cada tema, acompañando la propuesta de cada escritor. Estoy a merced del inventivo de cada invitado.

Los temas se develarán cada lunes, a partir del lunes 6 de agosto.

**Provocar: producir, causar, ocasionar, desencadenar, originar, promover, suscitar, crear, determinar, engendrar, motivar

Si usted quiere colaborar/participar escriba a:

marlycruzcenteno@gmail.com