Primer tema: La Obsesión
Autor: Peter M. Shepard-Rivas
Fr(p)uto Verde
Marta se despertó
bañada en sudor. Llevaba semanas durmiendo intranquila desde que se fijó bien
en el puesto de frutas y vegetales número 4 de la Plaza del Mercado. Meses
pasando por allí de regreso del trabajo hasta que se percató de él. Recientemente
se detenía a “mirar” los productos. El display
de formas y colores la entretenían mientras que de reojo buscaba el objeto de
su interés. Chequeaba las frutas mientras sentía que las palpitaciones de su
corazón iban aumentando. No se cuan disimulada era su gesta pues le parecía que
el placero había comenzado a mirarla con intriga. Cuando agarraba los plátanos tragaba
fuerte. Buscaba los más firmes y grandes hasta encontrar el elegido y comprarlo.
El placero le empacaba el plátano y sentía que la miraba lujuriosamente. Su
sonrisa arrogante la ponía nerviosa.
– ¡Grande! ¡Buen provecho! – decía
al entregarle la bolsa.
Marta se sonrojaba. Sabía que el
pensamiento sucio detrás del sarcasmo era indignante. Debía comprar en otro
puesto, pero ya había chequeado y no había visto en los otros plátanos tan
firmes y grandes como en el número 4. Exacto para su dosis diaria. Por eso
desistió de poner una querella en la administración. Además, no sabía si le
creerían. La única evidencia que tenía era su percepción de acoso que la hacía
sentirse incómoda.
Terminando su café antes de salir a
la oficina Marta decidió que no podía seguir permitiendo esa sensación
desagradable. Mirando la cáscara del plátano tirada en el zafacón decidió que
debía sobreponerse a esta obsesión diaria que había desarrollado. Decidió que no
le estaba haciendo bien a su cuerpo.
Marcos se limpiaba el semen pegado
en los pelos de su barriga con el agua tibia de la ducha mañanera. Se
enjabonaba imaginando a la chica de los plátanos jugando con sus bolas. Nunca
le había pasado eso con una clienta. De hecho, con ninguna mujer. No sabía si
era de la forma con que cogía los plátanos para chequearlos, o como su
respiración se entrecortaba cuando encontraba el elegido del día. Llevaba
semanas parando en su puesto y mirándolo de reojo. Estaba seguro que quería
seducirlo. Claro que sus lindos labios aumentaban su deseo. Sentía un
corrientazo cada vez que sus manos se rozaban. Lo dejaba tan excitado que luego
que ella se marchaba se iba al baño a masturbarse. Ahora llevaba días soñando
con imágenes de ella jugando con el plátano, sintiendo placer intenso de todas
formas y lugares posibles. Tenía que hacerla suya. Decidido a que esa tarde le
daría la oportunidad de probar el plátano que de verdad deseaba, se podó los
pelos del pene y se puso su mejor calzoncillo.
A las 4:30 pm ya Marcos tenía todo
dispuesto. Había guardado los plátanos verdes en el almacén y dejado solo los maduros
en el mostrador. Vio a la chica acercándose. Estaba transpirando y con una
erección fuertísima. En par de minutos pondría su estrategia a funcionar.
Marta caminaba nerviosa. Pensaba que
debía pasar de largo y no parar en el puesto. Presentía que algo estaba por
suceder. Pero la necesidad de conseguir el plátano era más fuerte. Miró los
puestos anteriores y comprobó lo que ya sabía, tenía que llegar al número 4 a
escoger el mejor. Cuando se paro frente al mostrador y vio solo plátanos
maduros se decepcionó. Marcos notó su frustración y puso su plan en marcha. Le
preguntó si estaba buscando plátanos verdes a lo cual ella asintió. Le indicó
que verificaría si le quedaban en el almacén. La llamó desde allá atrás para
que pasara a escoger el que le gustara. Le dijo que allí encontraría el más
grande y firme. Marta dudo en pasar al almacén. Se sintió vulnerable y débil,
pero la obsesión pudo más. Cuando apartó las cortinas de la trastienda, allí
estaba recostado sobre unas cajas.
– ¿Así de grande y de duro es que te gusta? – le pregunto Marcos, con sus pantalones y
calzoncillos en el piso mientras que con una mano se agarraba su erecto falo y
con la otra le hacía señales para que se acercara.
– Sí, así de grande y duro. ¿Puedo tomarte
unas fotos para verlas luego en casa? – le dijo coquetamente mientras sacaba su
celular.
Marcos accedió celebrando su buena
suerte. Finalmente estaba seguro de su conquista. Marta le tomó varias fotos
mientras él le posaba de varios ángulos. Satisfecha de tener pruebas
suficientes guardo su celular en la cartera. Miró con disgusto los ramos de plátanos
donde Marcos tenía posadas sus nalgas. Sintió al verlos en contacto con su culo
y entre sus piernas que su obsesión con el fruto se desvanecía. Nunca volvería desear
un en su vida.
– Explícame – le dijo. – Ya que me
lo ofreces, después que te lo pique; ¿cómo carajo se supone que haga mofongo
con eso?
Para ver todas las propuestas de todxs lxs autoras y autores acceder a: http://marlynce.wordpress.com/
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