Esta es una pegunta que en Puerto Rico surge cada 4
años en preparación a elegir aquellas personas que tendrán en su poder dirigir
el rumbo de nuestro país y de afectar los eventos cotidianos y vivencia de sus
habitantes. Es mi opinión que este debate se intensifica en aquellos colectivos
o minorías sociales que reconocen o se perciben que están en desventaja frente
a la mayoría o lo percibido como normativa social y jurídica del estado. Es en
esta época donde escuchamos las promesas de campaña y las plataformas
partidistas de aquellxs que, por las razones que sean, se denominan servidores
públicos y candidatxs a las diferentes posiciones gubernamentales abiertas al
sufragio ciudadano de las elecciones generales.
El pasado lunes 16 de julio y durante los habituales
conversatorios del Festival del Tercer Amor en el Teatro Coribantes, en este
caso un conversatorio sobre la política puertorriqueña, fueron invitados a
dialogar con las personas allí presentes al Lic. Jay Fonseca, el Lic. Osvaldo
Burgos y la candidata a alcaldesa de San Juan del PPD, la Sra. Carmen Yulín
Cruz Soto. Cada uno de ellxs trajo en sus comentarios sus posturas ante los
próximos comicios electorales, compartieron cómo visualizan el estado de
derecho del colectivo hlbttqqi – LGBTT (o como el lector quiera denominarlo), y
su percepción en términos de la fuerza electoral de lxs integrantxs del mismo. Lo
más que se ha reseñado de la actividad fue el compromiso presentado y
documentado de la candidata Carmen Yulín, el cual lógicamente se ha convertido
en parte de su promoción y promesas para atraer el voto de un sector
específico, que dicho sea, se extiende a todas las personas que genuinamente
creen en la no exclusión de derechos. No tengo ningún reparo en decir que me parece
que el documento en sí mismo y las propuestas plasmadas en él es un acuerdo y
un acercamiento hacia las personas hlbttqqi en general reconociéndoles su
existencia y derecho de equidad ante la sociedad puertorriqueña. De igual forma
debo reconocer las iniciativas de otros partidos como el PIP, resaltando
ampliamente el compromiso continúo de María del Lourdes, del PPT, PPR y del MUS,
según recuerdo. Que la Sra. Cruz Soto utilizara
un evento altamente patrocinado por personas que se pudiesen identificar dentro
de algunas de las siglas de este colectivo, y que pudiera trascender las
creencias político partidistas de lxs allí presentes, para firmar su compromiso
ante ellxs e invitandolxs a plasmar su
firma en el documento como un reconocimiento a ese acuerdo me pareció sumamente
hábil y la aceptación de esta acción dependerá de las creencias, análisis o afiliaciones
políticas de quien opine.
Y es en esa línea sobre el forjamiento de opiniones
donde me parece que quedo rezagado parte de la discusión muy bien expresada por
el resto de los panelistas. ¿Por quién y
basado en qué votan las personas hlbttqqi? Es más; ¿por quién y basado en qué votamos aquellxs que tenemos
el derecho a votar en Puerto Rico? El decir que aquí, en PR, este colectivo o
cualquier colectivo social tiene el poder de definir y decidir unas elecciones,
más allá del político partidista, me parece a mí una fabula a medio escribir. Contrario
a otros países o estados que sí lo han demostrado, el habitante de esta isla
nunca se ha aglutinado lo suficientemente firme para decidir la totalidad de unas
elecciones. No me parece haberlo visto ni en los sindicatos, las mujeres, lxs
ambientalistas, por mencionar algunos colectivos. Lo más cercano a creer en eso
es el supuesto poder de los líderes mediáticos de grupos fundamentalistas,
moralistas y perseguidorxs religiosos. Y
aún así dudo de su poder absoluto dentro de las cabinas de voto en relación a
sus prosélitos. Si así fuera nunca tendríamos canditatxs simpatizantes a causas
ajenas a sus creencias. Me pregunto, si podemos reconocer esta debilidad; ¿por
qué no hacemos nada al respecto?
Como parte de
este punto y como un ejemplo de un asunto substancial que se perdió de la
discusión del conversatorio, nos expresó el Lic. Burgos, que este fenómeno, el
de votar en bloque, es un mito en nuestra isla porque somos unxs electorxs de
formación tribal. Tomándome a mí por ejemplo, en mis primeras dos veces que
ejercí el voto mis equis fueron un reflejo de la herencia político partidista
de mi madre. Con el paso de los años fui ampliando mi opinión sobre las cosas
que necesitaba el país para su evolución, no solo económica, sino también
social y de derecho. Reconocí que mi creencia política no es una característica
genética que se hereda, sino más bien debe ser una convicción forjada del
análisis y del intelecto. He llegado a un nivel donde usualmente puedo
discernir, más o menos y según mis criterios, de quienes son un asset para la política y beneficio del
estado más allá de líneas partidistas y de ideología de estatus. Este efecto tribal
lo veo evidenciado en las posturas y limitación de visión por gríngolas partidistas
en aquellas personas que sufrimos del discrimen y la inequidad social y de derecho,
pero que no tenemos apertura al dialogo, a reconocer aliados o examinar los intentos
de reducción de brecha entre la ciudadanía fuera de esa líneas partidistas limitantes.
La opción ideal sería que aún con la integridad de nuestras convicciones pudiéramos
reconocer esxs candidatxs de otros sectores que con sus posturas y compromisos
pudieran ser piezas claves de la evolución positiva del país.
Entonces, ¿por quién votar… o no votar? No pretendo
poder contestar esta pregunta en estos cuantos párrafos, además de que la contestación
a esta pregunta es tan amplia y personal como la diversidad misma de la que
tanto hablamos. Pero opino que uno de los problemas fundamentales al tomar este
tipo de decisiones personales o como colectivo es que cada individuo es la suma
total de múltiples identidades, las cuales en su momento pudiera significar el
escoger entre asuntos descentrados o paradójicos. Uno es cualquier combinación de
sexo, género, orientación o expresión sexual, profesión, preparación académica,
edad, estatus civil, raza, etnia, nivel económico, creencia partidista,
creencia religiosa, o ninguna creencia partidista/ religiosa y otro sin numero
de etiquetas que influye, es más, que tienen que influir en nuestras decisiones
y percepciones. Entonces es aquí donde el analizar las prioridades y como
combinar las mismas para que bajo una sola receta se pueda abarcar un espectro
de beneficio más amplio es vital. Para mí, lxs electorxs
de minorías discriminadas tenemos la responsabilidad de reducir o eliminar esa
brecha respaldando aquellxs que se pronuncian a favor de la equidad. Claro
está, sin dejar de evaluar sus posturas en otros asuntos de igual relevancia ya
que seriamos irresponsables con el país. Yo estoy muy de acuerdo que esto no debe
ser un single issue vote. Pero históricamente siempre se anteponen issues
“más importantes” que los derechos civiles y humanos, no solo del colectivo
hlbttqqi, sino de las minorías en general. Ya es tiempo que este issue esté al
mismo nivel, con la misma atención y seriedad que se le da a esos otros issues
“más importantes”. Ese debe ser parte del reclamo a lxs politicxs y los
partidos. En mi libro mientras un(x) candidatx se acerque y haga acuerdo
con múltiples sectores desventajados, más sube su raiting. El reto será el balance
colectivo e individual en las propuestas al escoger a quien respaldar. Y, ¿cómo
se logra ese balance? He ahí la segunda pregunta.
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