sábado, 4 de febrero de 2012

Una historia de amor en VII

Regla #7: Escribir sobre parejas que discuten
Séptima entrega (6ta para mí) del Virus Macacoico.

 

I.

—Tengo que confesarte que desde la primera vez que te vi no dejé de pensar en ti.

—A mi me pasó lo mismo ¿Dónde estabas escondido todo este tiempo?

—Esperando a que tú aparecieras.

—Pues aquí estoy y no voy pa’ ningún la’o…
 

II.

—Que mucho me gustas.

—Yo también te amo mucho.

—Es que no puedo vivir sin ti.

—Yo tampoco mi amor, no podría imaginarme la vida sin ti.

—Creo que es tiempo de que hablemos del futuro.

—Sí, me gustaría formalizar esto.

— ¿Por qué no nos mudamos juntos?

—Pensé que nunca me lo pedirías. Esto de estar llevando y trayendo es una pendejá’.

—Que rico, voy a tenerte todo el tiempo en el apartamento…
 

III.

Mera, ¿me puedes pasa un rollo de papel?

—Aquí esta. ¿Puedes cerrar la puerta del baño cuando estés cagando?

—Si te molesta me lo puedes decir, sae.

—Pues te lo estoy diciendo.

—Pero antes no me lo habías dicho.

—Por que antes no lo hacías y ahora sí. Y ya que estamos hablando de esto, ¿te puedes poner al menos calzoncillo cuando andes por ahí?

—Bueno, como me dijiste que me sintiera como en mi casa…


IV.

—Tienes unas ojeras de madre.

—Es que llevo varias noches sin poder descansar bien.

—Yo anoche dormí como piedra.

—Sí, ya me di cuenta, estabas roncando como un lobo y no me dejaste dormir.

—Y porque no me despertaste.

—Créeme que lo intenté, estabas como palo.

—Pues antes no te molestaba.

—Antes me quedaba solo los viernes y sábado y no estaba jodí’o en la semana para ir a trabajar. Tampoco estabas tan gordito, que me parece que ese es el problema.

—Pues si quieres te regalo de aniversario unos ear plugs para que no te quejes tanto y de una vez te regalo un tapón para que te lo pongas en el culo y dejes de tirar peos en la cama...
 

V.

—Ya me tienes jarto.

—Se dice harto. Y ¿cómo crees que yo me siento?

—Si llego a saber esto no me mudo contigo.

—Si llego a saber esto no te pido que te mudes...
 

VI.

En un restaurante con otra pareja.

—Wow. Siete años, ya pasaron la prueba —le dice uno de los amigos.

—Es que desde la primera vez que nos vimos quedé flechado.

—A mi me pasó lo mismo. Encontré mi media naranja, ¿verdad mi amor?

—Sí, mi chulería. Es cuestión de acostumbrarse, tú sabes, a las cositas pequeñas.

—No es fácil, pero se puede.

—Al principio fue algo difícil.

— Sobre todo cuando me mudé al apartamento. Créeme que es una jodienda eso de aprender a vivir juntos.

— Pero cuando uno encuentra a la persona que ama, lo demás no importa.

—Lo que hay que aprender es que uno no puede cambiar a tu pareja totalmente, lo que hay es que acostumbrarse a esas cosillas que no te gustan y que en verdad no son tan importantes.

—Sí, como cuando aprietan la pasta de dientes por el medio.

—O como cuando se quitan la ropa sucia y la dejan tirada en el piso del baño.

—O dejan la trastera en el fregadero.

—Bueno tú dices que te gusta fregar.

—Pero no tooooodoooo el tiempo.

—Pues si no dices naaaada, yo todavía no leeeeo la mente. Además yo soy quien siempre cocina, Ah, y limpio los baños.

 —Pues como no te gusta como yo cocino, y ni que tu comida fuera tan gourmet. Y el baño no lo limpio porque dices que no sé hacerlo porque a ti te gusta limpiar las ranuritas con un cepillo de dientes.

—Si no botaras tanto pelo y los dejaras pega’os en la bañera…
 

VII

—La cuenta, ¡por favor! —gritó el otro amigo.




Escrito para el emborujo de "Contagiados por el virus" una serie de trabajos creativos inspirados en las reglas / ejercicios del libro "La Macacoa, vivirse la creación literaria", de la reconocida escritora Yolanda Arroyo Pizarro.

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