viernes, 26 de octubre de 2012

El Machote


Para: Intertextuales por invitación
Séptimo tema:
Historias desde el Sex Shop.
Autor: Peter M. Shepard-Rivas

El Machote
             Al escuchar el sonido de la campana de la puerta volteé a ver quien entraba. Desde la caja registradora mantenía vigilado todo el Sex Shop. Ya era casi las dos de la mañana, hora de cerrar, y lo menos que quería era un cliente que viniera a novelerear. A veces los sábados, de madrugada, los que no habían conseguido nada para chingar en otros sitios, venían a buscar películas porno o a ver si se les daba algo con las sobras que entraban a la tienda. Quien entro fue una chica alta, elegante que nunca había visto. Algo raro porque casi nunca llegaban muchas mujeres al Sex Shop, y menos a esa hora. Volvió a sonar la campana y entraron dos twinkas regulares del negocio. Me sentí desilusionado porque llevaba todo el turno esperando al machote de los ojos negros, pelo ondeado y de los que tienen esa sombra permanente de la barba que tanto me gusta.    
            Lo vi entrar por primera vez tres sábados atrás.  Esa primera vez que vino solo caminó por la tienda y le echó un vistazo la mercancía. Le pregunté si buscaba algo en particular, por aquello de montarle conversación, y me contestó que solo estaba mirando. Luego de un rato se marcho sin comprar nada. Al salir por la puerta me tiró una giñada y se sonrió. Me fui flotando con esa sonrisa. Regrese a la tierra cuando el cliente que estaba esperando para que le cobrara me preguntó si me pasaba algo.
            El segundo sábado me saludo al llegar. Luego de dar vueltas por la tienda juntó algunos artículos. Después vino a la registradora a pagar. Llevaba una caja de condones large, lubricante, unos aceites de aromas y unos polvos de Kama Sutra. Las rodillas me temblaban. Le cobré la mercancía y le di un descuentito. Me pregunté con quien usaría todo eso. Le comenté que no lo había visto por allí anteriormente y me contestó que se acababa de mudar hacía pocas semanas. Me preguntó cuál era el horario de la tienda, de mi turno y cuando era la hora en que menos personas venían. Me tenía tonto con sus ojos y sus labios. Me hablaba muy sensual y yo sentía que me estaba coqueteando.
            El siguiente sábado llegó como a la media noche. Estaba solo en la tienda y vino directo a saludarme. Me estrechó la mano firmemente y yo casi eyaculo. Le miré los dedos y pensé en los condones large que había comprado la semana anterior. Llegaron unos clientes y él se fue a mirar las cosas por la tienda. Cuando la tienda volvió a vaciarse se acerco con una mercancía y la puso sobre el mostrador. Comencé a cobrarle y algunos artículos me dejaron confundido. Me pagó y mientras empacaba su otra caja de condones miraba extrañado unos pantis de seda y unas medias de liguillas con encajes que había comprado. Mi corazón se paró al darme cuenta que este machote compraba estas cosas para alguna chica con suerte. Pensé rápidamente sobre mi mala estrella de no poder conseguir un tipo así de masculino y sensual. No sé si fue por mi cara de confusión pero él me dijo algo que no le entendí. Como soy medio sordo acerqué mi cara pidiéndole que me repitiera nuevamente lo que me dijo. Por desgracia me pegó su boca a mi oído malo y lo repitió. A la misma vez que se me remeneó el cuerpo por dentro y me dio una cosa mala. No sé si fue por el roce de su barba en mi piel o el olor de su colonia mexclada con sudor que le entendí un carajo. Al verle su sonrisa picara no me atreví a preguntarle de nuevo. Tomo su paquete y en la puerta me preguntó si estábamos para el próximo sábado. Asentí con la cabeza sin saber a que me comprometía.
            Ya el próximo sábado estaba terminando y y estaba seguro que no me enteraría de a que había quedado. Las twinkas llegaron con dos películas de otras twinkas para rentarlas. Les llené la tarjeta de alquiler, pagaron y se marcharon. Ya solo quedaba la chica en la tienda y cinco minutos para salir. Fui a cerrar la puerta para que no entrara nadie a última hora. De regreso a la caja me esperaba la chica. Al acercarme me doy cuenta que es  una mujer, aunque elegante, algo hombruna. Me agarra por los hombros y me besa fuertemente. Su lengua intenta meterse en mi boca. Logro despegarme y le advierto que a mí lo que me gustan son los hombres. La mujer se sonríe y me parece algo conocida. Entonces se levanta su falda negra de tubo y me enseña unos pantis de seda y unas medias de liguillas con encajes muy familiares.
Para ver todas las propuestas de todxs lxs autoras y autores acceder a: http://marlynce.wordpress.com/


No hay comentarios:

Publicar un comentario